2019 Empezó, ha transcurrido y está acabando. Llega Diciembre cargado de adornos; de colores, de luces, de blanco, de frío, de chimeneas, de espumillón, purpurina y confeti.
Se acerca la Navidad y llega el Adviento. Alegría, esperanza. Tiempo de reencuentros, de sacar la vajilla de los abuelos, de largas filas de platos en las mesas, de adornos, de villancicos y de juegos de mesa.
Aquí viene el último de los doce invitándonos a echar la vista atrás y animándonos a hacer nuevos propósitos.
Nuevos propósitos, objetivos, metas… (Pausa)
¿Y si en lugar de pensar tanto en establecernos nuevos “mañanas” disfrutásemos más del hoy?
Dar gracias por lo que tenemos; las facilidades y los retos, las personas que nos rodean, los hogares a los que pertenecemos. Agradecer el seguir en el camino, haciéndolo, caminándolo, bailándolo, dibujándolo, descubriéndolo…
¿Y si, además, dejásemos hoy los adornos y las luces y fuésemos más coherentes y sensatos?
Las calles, las casas, los escaparates se llenan de luces. Árboles enormes con espectáculos luminosos en plazas que congregan a cientos de personas. Y ahí, entre tantos, algunas personas cuyo hogar es esa plaza ahora abarrotada.
Jesús nació en un establo, sí. Pero hoy podría haber sido dentro de un cajero, o sobre cartones debajo de un puente, o en una patera, o a los pies de un muro…
Llega la Navidad, y ojalá esa “magia” que trae nos encuentre sabiendo ser la LUZ que es calor, acogida, ayuda, comprensión y encuentro. Siendo antorcha.
Olaya García, voluntaria de Selvas Amazónicas.